Jerusalén.- El primer ministro israelí Benjamin Netanyahu abrió las puertas del
gobierno al partido opositor Kadima por razones de política interior pero
también con el deseo de tener un mayor margen de maniobra en caso de un ataque
contra Irán, estimaron analistas.
Netanyahu y el líder de la oposición,
Shaul Mofaz acordaron formar un gobierno de unión nacional que evite elecciones
legislativas anticipadas. Con ello, el primer ministro se sitúa al frente de la
coalición más amplia de la historia de Israel.
El anuncio, inesperado,
muestra según los expertos las dificultades de Netanyahu en su propio partido,
el Likud (derecha). Para mantenerse, el jefe de gobierno prefirió hacer un giro
al centro que enfrentarse a la facción radical de los colonos, que le reprochan
haber traicionado "los valores tradicionales del partido al mostrarse débil
frente al avance de la colonización.
"Netanyahu estaba sometido a la
presión del ala más a la derecha de su partido, sobre todo debido a la cuestión
de las colonias", explicó a la AFP el analista de la universidad de Tel Aviv,
Mark Heller.
"El nuevo gobierno es una buena solución para él y para
Mofaz, que también atravesaba dificultades", agregó.
Según este experto,
Mofaz prefirió entrar en el gobierno "con sus 28 diputados, que esperar a las
próximas elecciones para convertirse en un interlocutor de segunda categoría con
entre 10 y 11 escaños".
Según los sondeos, el partido de Mofaz, Kadima,
mayoritario en la Knesset (Parlamento), por delante del Likud, sufriría un
estrepitoso fracaso en caso de elecciones anticipadas.
Los israelíes
mostraban un entusiasmo prudente ante esta alianza entre Netanyahu y Mofaz, ex
jefe de Estado mayor y ex ministro de Defensa.
Un sondeo publicado este
miércoles por el diario Haaretz, considerado de izquierda, mostraba que sólo un
23% de las personas encuestadas creía que este acuerdo estuvo motivado por el
interés nacional mientras que un 63% considera que las razones son más bien de
corte político y personal.
Más allá de las maniobras políticas, la
posibilidad de un ataque contra las instalaciones nucleares iraníes,
consideradas por Israel como una amenaza para su propia existencia, también pesó
a la hora de tomar esta decisión, según analistas.
Shmuel Sandler,
profesor de Ciencias Políticas en la universidad de Bar Ilan, cerca de Tel Aviv,
consideró que aunque está no es la "única razón", "no es un factor
despreciable".
"Netanyahu está muy nervioso con respecto a Irán. Un
ataque israelí tendrá el visto bueno de una mayoría parlamentaria muy amplia.
Aunque yo creo que la decisión de atacar a Irán no se ha tomado todavía", estimó
Sandler.
El primer ministro duda de que las sanciones internacionales
contra Teherán sean eficaces.
Para Ari Shavit, editorialista de Haaretz,
"la finalidad verdadera de este nuevo gobierno es Irán".
El experto
comparó la decisión de Netanyahu con la que tomó el jefe de gobierno Levi Eshkol
en 1967, justo antes de la guerra de los Seis Días, cuando hizo entrar en el
gobierno a Menahem Begin y Moshé Dayan para crear una coalición
sólida.
"Un gobierno de unión nacional suministra una legitimidad interna
y externa ante un posible ataque", estimó Shavit.
Sin embargo, la
posición de Netanyahu y su ministro de Defensa, Ehud Barak, sobre Irán choca con
la reticencia de los responsables de las Fuerzas Armadas y de los servicios de
inteligencia.
"Si 'Bibi' (Benjamin Netanyahu, ndlr) decide atacar a Irán,
algo que no es seguro, ello dependerá del visto bueno de los responsables de
cuestiones de Defensa y de Estados Unidos", recuerda Mark Heller.