Especialistas del Centro de Ciencias de la Atmósfera de la UNAM destacaron que si bien las proyecciones no predicen con exactitud el clima del futuro, tampoco ese debe ser un pretexto para no emprender acciones que frenen el cambio climático
Reunidos en el Seminario Permanente de Cambio Climático, organizado por el Programa de Investigación en Cambio Climático de la UNAM (PIINC), especialistas mostraron varios posibles escenarios de cómo el sistema climático de la Tierra puede cambiar en el futuro, de acuerdo con los modelos del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés).
Una de las potenciales consecuencias previstas por los modelos climáticos es que, alrededor del año 2100, podría haber un Ártico sin hielo a finales del verano. Esto ocurriría en un escenario en el que las emisiones de gases de efecto invernadero se mantuvieran, que hubiera un crecimiento poblacional constante y un crecimiento económico y tecnológico lento e, incluso, si hubiera un crecimiento balanceado de las fuentes de energía.
Carlos Gay García, Benjamín Martínez López y Arturo Quintanar Isaias, investigadores del Centro de Ciencias de la Atmósfera de la UNAM (CCA), coincidieron en que si bien los modelos matemáticos utilizados actualmente para predecir el calentamiento global tienen un alto grado de incertidumbre y son insuficientes para predecir con certeza cómo será el clima en el futuro en un lugar específico, estas limitaciones no deben ser tomadas por las autoridades y los gobiernos como pretexto para no tomar ninguna medida que frene el cambio climático.
Benjamín Martínez López, especialista en oceanografía física, destacó que las estimaciones de los modelos matemáticos son sólo eso, estimaciones, y que no existe modelo alguno que explique claramente, por ejemplo, qué sucede con el movimiento de masas en el océano.
Resaltó que el nivel de incertidumbre que existe en los modelos matemáticos utilizados para predecir el clima es muy alto. A manera de ejemplo, señaló que ha habido cambios en el nivel del mar en lugares como Quintana Roo, que van de 2 a 3 metros en 50 años, cuando algunos modelos matemáticos predecían unos 28 centímetros para el año 2100.
El especialista en Ciencias de la Tierra, invitó a tener presente que los modelos matemáticos que pretenden predecir el clima son una herramienta que se usa para ver que podría suceder, e insistió en que se debe mantener una postura crítica respecto a sus resultados.
Para que los modelos matemáticos arrojen resultados más confiables, propuso hacer simulaciones más largas en el tiempo, que permitan comprender mejor cómo funciona el clima y elaborar modelos regionales que tengan en cuenta variables que los modelos globales no toman en consideración.
En su oportunidad, Carlos Gay García, coordinador del PIINC y del Centro Virtual del Cambio Climático de la Ciudad de México reconoció que la incertidumbre de los modelos es muy alta, pero consideró que no es tan grande como para que sus resultados deban ignorarse.
Por el contrario, aseguró que es necesario que la sociedad y los tomadores de decisiones actúen aún con esas incertidumbres, y que las ciencias sociales y las humanidades aporten sus conocimientos para abordar más integralmente el problema del cambio climático global.
Aunque en los detalles los modelos numéricos tienen limitaciones, hay evidencia suficientemente robusta que nos dice que el clima del planeta va a cambiar en los próximos 100 años, y ningún modelo estima que la temperatura de la Tierra va a bajar o que el clima va a ser el mismo en ese periodo de tiempo, sostuvo.
El coordinador del Seminario Permanente de Cambio Climático aseveró que, con frecuencia, los gobernantes exigen que los científicos les digan con precisión cuántos grados va a cambiar la temperatura para determinado año, en cierto Estado de la República, y si va a llover o no va a llover y qué tanto. Esto no sólo es imposible, sino que además no es la información que ellos necesitan para actuar.
Por otro lado, Arturo Quintanar dijo que hay gran diferencia en el entendimiento científico que se tiene de los distintos forzantes radiativos, es decir, los factores que pueden calentar o enfriar el sistema climático.
Algunos forzantes, como el CO2 y el metano, han sido ampliamente estudiados y se conoce claramente su comportamiento en la atmósfera, mientras que otros, como los aerosoles, el carbón negro y el uso de suelo o la cobertura vegetal, han sido muy poco estudiados y la comunidad científica desconoce el detalle de sus efectos en el sistema climático.
El especialista dijo que para avanzar en el conocimiento que se tiene de la influencia que la cobertura vegetal presenta sobre el clima, en el Centro de Ciencias de la Atmósfera han desarrollado modelos numéricos en los que se ha sustituido la cobertura vegetal actual de algunas regiones del mapa de México donde hoy hay cultivos, por la cobertura vegetal que tendría si no hubiera humanos en el planeta, es decir bosques tropicales.
Los resultados de sus experimentos numéricos mostraron que habría un aumento de la temperatura en la zona de Veracruz, a pesar de que esperaban que la presencia de bosques tuviera un efecto de enfriamiento. Por otro lado, los expertos aún no pueden explicar cuál es el mecanismo que ocasionaría este calentamiento.
Arturo Quintanar dijo que los resultados de sus experimentos numéricos aún son preliminares, pero constituyen un paso para empezar a conocer cómo influye o interacciona la cobertura vegetal con la atmósfera y el clima.
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