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Kabul— El ex presidente afgano Burhanudin Rabani, quien encabezaba un consejo de pacificación para facilitar los contactos con los insurgentes del Talibán, fue asesinado ayer por un atacante suicida que ocultó explosivos en el turbante, informaron las autoridades.
Cuatro de sus guardaespaldas también murieron y un asesor presidencial resultó herido.
El presidente Hamid Karzai abrevió una visita a Estados Unidos debido al ataque, que asestó un duro golpe a los esfuerzos de paz después de una década de guerra.
El atacante entró ayer en la casa de Rabani en Kabul y detonó sus explosivos, informó Mohamad Zahir, director de investigaciones penales de la Policía de Kabul.
Rabani era director del consejo de paz del país, un organismo creado por el gobierno afgano para buscar una solución política a la violencia en el país. Sin embargo, el grupo había avanzado poco desde que se formó hace un año.
Rabani fue el presidente del gobierno afgano que precedió al encabezado por los talibanes. Después de ser expulsado de Kabul en 1996, se convirtió en el jefe nominal de la Alianza del Norte, sobre todo tayikos y uzbekos, que llegó al poder en Kabul tras la caída del Talibán. Rabani era de la etnia tayika.
Su muerte disminuye las esperanzas de entablar negociaciones de paz con el Talibán y los esfuerzos por mantener a raya las rivalidades regionales y étnicas, que impulsan la insurgencia.
El asesor Mohamad Masoon Stanekzai fue herido en el ataque. Un familiar que respondió el teléfono en la casa de Stanekzai dijo que las heridas no parecen graves pero que el asesor estaba hospitalizado. El interlocutor no quiso dar su nombre debido a lo delicado de la situación.
Stanekzai es director ejecutivo del Programa de Paz y Reintegración en Afganistán, un programa financiado por Estados Unidos y sus aliados en la coalición para integrar a los talibanes de bajo y mediano nivel a la sociedad. El programa hasta ahora sólo ha reintegrado a unos 2 mil de los 25 mil a 40 mil insurgentes en la nación.
El asesinato del ex presidente afgano es “estratégicamente significativo” pero no alterará la estrategia de guerra de Estados Unidos, comentó la cúpula de la defensa de ese país.
Según el secretario de Defensa Leon Panetta y el jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, almirante Mike Mullen, la muerte de Rabbani, quien representaba al gobierno afgano en las conversaciones de paz con los talibanes, forma parte de una campaña de asesinatos selectivos llevados a cabo por los talibanes, cada vez más cercados en el campo de batalla.
Los insurgentes, dijo Mullen, “no han conocido éxitos militares este año. En ese aspecto su campaña fracasó”.
El almirante señaló, sin embargo, que las fuerzas estadounidenses toman “seriamente” la ola de asesinatos. “Estratégicamente es significativa”, dijo, pero precisó que de todas maneras no llevará a que Washington modifique en lo esencial la estrategia bélica que conduce desde hace diez años. Hablando en la misma conferencia, Panetta indicó que las fuerzas estadounidenses están coordinando con las afganas para intentar liquidar a los talibanes.
El asesinato de Rabani es el más grave de los homicidios de altas personalidades afganas desde 2001, cuando Estados Unidos invadió Afganistán para expulsar del poder a los talibanes.
Como político avezado y líder de la Alianza del Norte, será difícil replicar el papel de Rabani para tomar contacto con el Talibán y buscar un acuerdo político con ellos.
Su muerte podría desencadenar resentimientos entre algunos miembros de dicha Alianza, que acusan al presidente Hamid Karzai de confabulación con el Talibán.
Las minorías étnicas en Afganistán han empezado a rearmarse en vista de las negociaciones con el Talibán. Es posible que la muerte de Rabani acelere el rearme y siente las bases para una guerra civil cuando salgan los soldados estadounidenses en 2014.
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