Sirte.- En un par de horas, dos de los hijos del líder libio Muammar Gaddafi expresaron posturas diferentes sobre el futuro de su gobierno y de la lucha que mantienen con los rebeldes que han lanzado un ultimátum antes de emprender una ofensiva contra Sirte, uno de sus últimos bastiones.
El primero en dar declaraciones fue Saif al Islam, quien era considerado como el sucesor de su padre, y quien juró pelear a muerte, insistiendo en que nadie aún leal al régimen se rendiría a los rebeldes. Afirmó que estaba en los suburbios de Trípoli y que su padre estaba bien.
Líderes leales al régimen, reunidos en la fortificación de Gaddafi en Bani Walid, han insistido en que "vamos a morir en nuestra tierra", dijo Seif al Islam en un mensaje de audio transmitido en la estación de televisión Al-Rai. "Nadie se va a rendir", enfatizó.
El hijo de Gadafi también apuntó que están "vivos", lo que podría hacer alusión al estado de su padre, en paradero desconocido.
"Queremos tranquilizar al pueblo libio y decirle que estamos vivos y que la resistencia continúa; la victoria está cerca", destacó el que es considerado hombre fuerte del régimen y al que hace unos días las fuerzas rebeldes dieron por detenido, aunque luego él mismo se encargó de aparecer en público para desmentirlo.
Durante su alocución, sostuvo que las fuerzas leales al régimen atacaron a una brigada militar al oeste de Trípoli y también causaron "muchas pérdidas" en el bando de los rebeldes durante los últimos enfrentamientos que se sucedieron en el palacio cuartel de Bab El Aziziya.
Su comunicado ocurrió poco después de otro comunicado de su hermano, al-Saadi, quien en un tono moderado dijo que está dispuesto a mediar en negociaciones con los rebeldes para detener el derramamiento de sangre. "Lo más importante es detener el derramamiento de sangre", dijo al-Saadi a la televisora Al-Arabiya.
Un comandante rebelde en Trípoli, Abdel Hakim Belhaj, dijo el miércoles temprano que al-Saadi estaba tratando de negociar los términos de su propia rendición. Cuando se le preguntó sobre ese reporte, al-Saadi dijo que había hablado con Belhaj y otros varios oficiales rebeldes, pero hubo confusión sobre los detalles exactos de la oferta. Señaló que estaba dispuesto a rendirse, pero sólo para detener el derramamiento de sangre.
Los contradictorios comentarios ocurrieron en momentos en que la fuerza rebelde se dirigía hacia dos de las principales fortalezas de los leales a Gaddafi: el poblado natal del líder libio, Sirte, y el poblado de Bani Walid, en el desierto. Los rebeldes dijeron además que están pisándole los talones a Gadafi, quien ha estado huyendo desde que los combatientes insurgentes atacaron la capital la semana pasada. Belhaj dijo antes que probablemente Muammar Gaddafi ya no está en Trípoli.
El primero en dar declaraciones fue Saif al Islam, quien era considerado como el sucesor de su padre, y quien juró pelear a muerte, insistiendo en que nadie aún leal al régimen se rendiría a los rebeldes. Afirmó que estaba en los suburbios de Trípoli y que su padre estaba bien.
Líderes leales al régimen, reunidos en la fortificación de Gaddafi en Bani Walid, han insistido en que "vamos a morir en nuestra tierra", dijo Seif al Islam en un mensaje de audio transmitido en la estación de televisión Al-Rai. "Nadie se va a rendir", enfatizó.
El hijo de Gadafi también apuntó que están "vivos", lo que podría hacer alusión al estado de su padre, en paradero desconocido.
"Queremos tranquilizar al pueblo libio y decirle que estamos vivos y que la resistencia continúa; la victoria está cerca", destacó el que es considerado hombre fuerte del régimen y al que hace unos días las fuerzas rebeldes dieron por detenido, aunque luego él mismo se encargó de aparecer en público para desmentirlo.
Durante su alocución, sostuvo que las fuerzas leales al régimen atacaron a una brigada militar al oeste de Trípoli y también causaron "muchas pérdidas" en el bando de los rebeldes durante los últimos enfrentamientos que se sucedieron en el palacio cuartel de Bab El Aziziya.
Su comunicado ocurrió poco después de otro comunicado de su hermano, al-Saadi, quien en un tono moderado dijo que está dispuesto a mediar en negociaciones con los rebeldes para detener el derramamiento de sangre. "Lo más importante es detener el derramamiento de sangre", dijo al-Saadi a la televisora Al-Arabiya.
Un comandante rebelde en Trípoli, Abdel Hakim Belhaj, dijo el miércoles temprano que al-Saadi estaba tratando de negociar los términos de su propia rendición. Cuando se le preguntó sobre ese reporte, al-Saadi dijo que había hablado con Belhaj y otros varios oficiales rebeldes, pero hubo confusión sobre los detalles exactos de la oferta. Señaló que estaba dispuesto a rendirse, pero sólo para detener el derramamiento de sangre.
Los contradictorios comentarios ocurrieron en momentos en que la fuerza rebelde se dirigía hacia dos de las principales fortalezas de los leales a Gaddafi: el poblado natal del líder libio, Sirte, y el poblado de Bani Walid, en el desierto. Los rebeldes dijeron además que están pisándole los talones a Gadafi, quien ha estado huyendo desde que los combatientes insurgentes atacaron la capital la semana pasada. Belhaj dijo antes que probablemente Muammar Gaddafi ya no está en Trípoli.
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