Trípoli.- El derrocado líder libio Muamar Gadafi tuvo que hurgar en la basura para poder alimentarse y se ocultó en casas abandonadas en la ciudad de Sirte, según ha afirmado el que fuera el jefe de su equipo de guardaespaldas, Mansour Daou, que estuvo al lado del antiguo dictador hasta sus últimas horas de vida. «Estaba muy preocupado y actuaba de forma errática, posiblemente porque tenía miedo», declaró en una entrevista publicada este lunes por la cadena estadounidense CNN.
Daou afirmó que Gadafi estaba desesperado por llegar al pueblo donde nació, Jaref, situado 20 kilómetros al oeste de Sirte, pero que a él ese viaje le parecía «suicida». «Quería ir a su pueblo, a lo mejor porque quería morir allí o pasar sus últimas horas allí», recordó. Finalmente, después de que los aviones de la OTAN atacaran su convoy, Gadafi intentó escapar a pie escondiéndose en tubos de desagües, pero lo capturaron y luego murió en circunstancias poco claras.
Daou está a la espera de juicio en un centro de detención de Misrata, en el oeste de Libia. Está acusado, entre otras cosas, de estar implicado en la masacre perpetrada en la cárcel de Abu Salim en 1996 y en el reclutamiento de mercenarios africanos durante la guerra civil que comenzó el pasado febrero y terminó en octubre, aunque él defiende su inocencia.
Un giro de 180 grados
Daou iba en el mismo coche que el líder derrocado cuando emprendieron su caótica huida desde Sirte. Gadafi salió de Trípoli en dirección a Sirte el 18 de agosto, solo dos días antes de que las fuerzas rebeldes entrasen en la capital, según ha contado a la CNN.
El 22 de agosto, Daou viajó a Bani Walid, otro de los últimos bastiones del régimen en caer, junto a Saif al Islam Gadafi, hijo del exdirigente, y el antiguo jefe de los servicios de inteligencia Abdulá al Senussi. Se quedaron allí cuatro días y luego se reunieron con Gadafi en Sirte. En Sirte, sus condiciones de vida fueron empeorando a medida que los sublevados iban tomando más partes de la ciudad.
Cada tres o cuatro días se trasladaban de una casa abandonada a otra, sobreviviendo con la poca comida que podían encontrar, y al final ya no tenían electricidad, agua ni comunicación con el exterior. «Nuestras vidas dieron un giro de 180 grados», señaló. Durante sus últimos días, Gadafi estuvo escribiendo y leyendo libros que llevaba en maletas, pero su comportamiento se fue haciendo cada vez más impredecible, según el antiguo guardaespaldas.
Huida desde Sirte
Cuando las fuerzas del Consejo Nacional de Transición (CNT), el Gobierno interino de los rebeldes, rodearon Sirte, Daou y otras personas que acompañaban al antiguo líder se dieron cuenta de que si no se iban en ese momento, luego no iban a poder escapar. Pero Gadafi se negaba a marcharse; hasta el 20 de octubre, cuando él y su hijo Mutassim decidieron ir a Jaref.
Para entonces, eran menos de 200 hombres --antes eran 350--, y esa cifra «empezó a reducirse día a día porque algunos murieron, otros resultaron heridos y otros huyeron con sus familias, indicó Daou. El exguardaespaldas describió ese grupo de hombres como una fuerza indisciplinada integrada principalmente por civiles y bajo el mando de Mutassim. Según dijo, no tenían ningún plan, ni para huir ni para luchar.
Daou relató que el convoy de Gadafi, formado por más de 40 vehículos, iba a salir hacia Jaref antes del amanecer, cuando pensaban que los combatientes del CNT aún dormían. Sin embargo, los aviones de la OTAN bombardearon uno de los coches y la explosión hizo que se abrieran los «airbags», momento en el cual Gadafi sufrió heridas leves. Cuando intentaron escapar, las fuerzas del CNT dispararon contra ellos y luego la OTAN volvió a atacar desde el aire. «Fue entonces cuando sufrimos el mayor número de bajas y quedaron destrozados más vehículos (...). Algunos perdieron un brazo, otros una pierna, otros habían muerto. Fue espantoso», recordó
Daou afirmó que Gadafi estaba desesperado por llegar al pueblo donde nació, Jaref, situado 20 kilómetros al oeste de Sirte, pero que a él ese viaje le parecía «suicida». «Quería ir a su pueblo, a lo mejor porque quería morir allí o pasar sus últimas horas allí», recordó. Finalmente, después de que los aviones de la OTAN atacaran su convoy, Gadafi intentó escapar a pie escondiéndose en tubos de desagües, pero lo capturaron y luego murió en circunstancias poco claras.
Daou está a la espera de juicio en un centro de detención de Misrata, en el oeste de Libia. Está acusado, entre otras cosas, de estar implicado en la masacre perpetrada en la cárcel de Abu Salim en 1996 y en el reclutamiento de mercenarios africanos durante la guerra civil que comenzó el pasado febrero y terminó en octubre, aunque él defiende su inocencia.
Un giro de 180 grados
Daou iba en el mismo coche que el líder derrocado cuando emprendieron su caótica huida desde Sirte. Gadafi salió de Trípoli en dirección a Sirte el 18 de agosto, solo dos días antes de que las fuerzas rebeldes entrasen en la capital, según ha contado a la CNN.
El 22 de agosto, Daou viajó a Bani Walid, otro de los últimos bastiones del régimen en caer, junto a Saif al Islam Gadafi, hijo del exdirigente, y el antiguo jefe de los servicios de inteligencia Abdulá al Senussi. Se quedaron allí cuatro días y luego se reunieron con Gadafi en Sirte. En Sirte, sus condiciones de vida fueron empeorando a medida que los sublevados iban tomando más partes de la ciudad.
Cada tres o cuatro días se trasladaban de una casa abandonada a otra, sobreviviendo con la poca comida que podían encontrar, y al final ya no tenían electricidad, agua ni comunicación con el exterior. «Nuestras vidas dieron un giro de 180 grados», señaló. Durante sus últimos días, Gadafi estuvo escribiendo y leyendo libros que llevaba en maletas, pero su comportamiento se fue haciendo cada vez más impredecible, según el antiguo guardaespaldas.
Huida desde Sirte
Cuando las fuerzas del Consejo Nacional de Transición (CNT), el Gobierno interino de los rebeldes, rodearon Sirte, Daou y otras personas que acompañaban al antiguo líder se dieron cuenta de que si no se iban en ese momento, luego no iban a poder escapar. Pero Gadafi se negaba a marcharse; hasta el 20 de octubre, cuando él y su hijo Mutassim decidieron ir a Jaref.
Para entonces, eran menos de 200 hombres --antes eran 350--, y esa cifra «empezó a reducirse día a día porque algunos murieron, otros resultaron heridos y otros huyeron con sus familias, indicó Daou. El exguardaespaldas describió ese grupo de hombres como una fuerza indisciplinada integrada principalmente por civiles y bajo el mando de Mutassim. Según dijo, no tenían ningún plan, ni para huir ni para luchar.
Daou relató que el convoy de Gadafi, formado por más de 40 vehículos, iba a salir hacia Jaref antes del amanecer, cuando pensaban que los combatientes del CNT aún dormían. Sin embargo, los aviones de la OTAN bombardearon uno de los coches y la explosión hizo que se abrieran los «airbags», momento en el cual Gadafi sufrió heridas leves. Cuando intentaron escapar, las fuerzas del CNT dispararon contra ellos y luego la OTAN volvió a atacar desde el aire. «Fue entonces cuando sufrimos el mayor número de bajas y quedaron destrozados más vehículos (...). Algunos perdieron un brazo, otros una pierna, otros habían muerto. Fue espantoso», recordó
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