EL HERALDO
Moscú, Rusia.- Kirguistán, una ex república soviética de Asia central conocida por sus montañas pintorescas y sus bases estratégicas, se ha convertido en un país con riesgo de sumirse en la anarquía a causa de la debilidad de sus gobernantes.Los enfrentamientos interétnicos que causaron al menos 191 muertos demostraron que el Gobierno no controlaba el sur del país. Y pese a la calma relativa de los últimos días, la situación podría degenerar, estiman los analistas.El caos que se apoderó de Kirguistán podría propagarse a los países vecinos: Uzbekistán y Tayikistán, limítrofes con Afganistán.El gobierno interino dirigido por una ex ministra de Relaciones Exteriores, Rosa Otunbayeva, llegó al poder en abril después de una revuelta sangrienta que derrocó al presidente Kurmanbek Bakiyev.A las nuevas autoridades les ha costado mucho imponerse en el Sur, feudo del presidente depuesto.La debilidad de las autoridades ha generado un vacío de poder peligroso en un país donde el islamismo no ha dejado de progresar durante los últimos años. Una situación que, según expertos, podría solucionarse con la presencia de tropas internacionales de mantenimiento de la paz."El Sur se encuentra casi en un estado anárquico. Pero si bandidos armados, aunque sólo sean 700 ó 2.000, se dirigen hacia el Norte, es posible la anarquía en todo el país", estima Daniil Kislov, redactor jefe del diario digital independiente ferghana.ru, que cubre Asia Central."Si se ve afectado el norte de Kirguistán, entonces se corre el riesgo de que se extienda a Kazajistán, a Uzbekistán, creando un conflicto mayor en Asia central", añade.Las ciudades de Och y de Yalalabad, golpeadas por actos violentos, se encuentran en el valle de Ferghana que comparten Kirguistán, Tayikistán y Uzbekistán.Hace cinco años, unas manifestaciones en la ciudad uzbeka de Andiján, situada en una zona del valle próxima a la frontera kirguisa, fueron reprimidas por las fuerzas de seguridad con un saldo de cientos de muertos, según defensores de los derechos humanos.Kirguistán era en los últimos años la ex república de Asia central más volátil, pero también la única en instaurar una democracia pluralista en una región de regímenes autoritarios.Hacía tiempo ya que la situación se estaba poniendo al rojo vivo y se temían disturbios en el país, donde vive un 14% de uzbekos y un porcentaje similar de rusos.El gobierno interino afirmó esta semana que la situación volvía a la normalidad, motivo por el cual suspendió su solicitud de envío de tropas de mantenimiento de la paz e insistió en la necesidad de celebrar un referéndum constitucional el 27 de junio.Una declaración que la ONG International Crisis Group considera "peligrosamente prematura. "La situación en el sur de Kirguistán sigue siendo imprevisible y volátil. No se puede excluir una recrudescencia de la violencia", advierte la organización.Biskek "debe pedir ayuda a la comunidad internacional" a través del Consejo de Seguridad de la ONU, estima la ONG, cuya opinión comparte la analista Lilit Guevorkian, del grupo IHS Global Insight CIS."En vista de la incapacidad del gobierno interino para calmar el conflicto, una intervención internacional podría ser la única opción", concluye.
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