Ciudad del Vaticano.- El Vaticano acusó el viernes a China de desatender los esfuerzos por mejorar sus vínculos con la Santa Sede y condenó a la Iglesia católica china oficial como una violación de la libertad de religión y de los derechos humanos.
La aproximación del papa Benedicto XVI a China ha sido respondida con "actos inaceptables y hostiles", dijo el Vaticano en una declaración inusualmente enérgica que acusa a Beijing de dañar unilateralmente "el clima de confianza que se había establecido".
Se anticipaba la reacción del Vaticano después de la elección la semana pasada de altos miembros de la Iglesia oficial que incluye a un prelado no reconocido por el Vaticano para presidir el consejo de obispos.
China comunista obligó a los católicos chinos a cortar sus vínculos con el Vaticano en 1951. Solamente son reconocidas las iglesias respaldadas por el estado, aunque millones de chinos pertenecen a congregaciones no oficiales leales a Roma.
Pese a la falta de relaciones formales, en los últimos años ambas partes habían convenido la postulación de obispos aceptables tanto para Beijing como para Roma.
El Vaticano se atribuye la prerrogativa exclusiva de nombrar obispos en todo el mundo, lo que para el gobierno chino representa un obstáculo para el restablecimiento formal de relaciones.
El obispo Ma Yinglin, cuya ordenación en 2006 no fue reconocida por el Vaticano, fue elegido como presidente de la conferencia episcopal de la iglesia oficial. Al parecer Roma lo considera demasiado allegado al gobierno chino.
La declaración del viernes también manifestó la indignación del Vaticano de que muchos obispos y sacerdotes sean al parecer obligados a participar en la asamblea del gobierno.
El Vaticano censuró "el deseo persistente de controlar el área más íntima de las vidas de los ciudadanos, es decir su conciencia, y de interferir con la vida interna de la Iglesia católica", que consideró "un signo de temor y debilidad más que de fuerza".
Hasta hace poco se decía que el Vaticano consideraba instalar su representación diplomática en Beijing una vez que se conviniera un acuerdo.
La declaración insiste en que el Vaticano reafirma su deseo de hablar francamente pero dice que se necesita un clima de confianza mutua para superar sus diferencias.
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