TEGUCIGALPA, Honduras, ene 27, 2010.- A pocas horas de la partida al exilio voluntario de Manuel Zelaya, la radioemisora Globo transmite desde Tegucigalpa declaraciones exclusivas del mandatario derrocado e invita al frente de resistencia hondureño a despedirlo en las calles en olor a multitud.
Las proclamas de sus seguidores son intercaladas con el corrido "El jefe de jefes" del grupo mexicano "Los Tigres del Norte".
La radio repite una y otra vez la canción:
Soy el jefe de jefes, señores, me respetan a todos niveles y mi nombre y mi fotografía nunca van a mirar en papeles porque a mi el periodista me quiere y si no mi amistad se la pierde.
Los organizadores de la despedida de Zelaya, que el miércoles por la tarde parte a República Dominicana, han convocado a sus simpatizantes a marchar desde la Universidad Pedagógica rumbo al Aeropuerto Internacional.
En tanto, en los alrededores de la embajada del Brasil, donde el expresidente se encuentra refugiado, el gobierno saliente del presidente Roberto Micheletti ha militarizado aún más la zona a efecto de evitar sobresaltos de último momento.
Las calles que circundan la delegación diplomática aún muestran las pintas de protesta que sucedieron al golpe de Estado, después del 28 de junio del año pasado. Otros lemas han sido cubiertos con pintura, pero las heridas siguen abiertas en la población hondureña.
El propio presidente electo, Porfirio Lobo, así lo ha reconocido. "Yo sé que hay mucha polarización aún, algunos sectores se polarizan mucho, sólo les pido que se vayan a la palabra de Dios, que lean la Biblia para que aprendan a perdonar".
Lobo no ha vacilado en encomendarse ante la Virgen de Suyapa, patrona de los hondureños, pero sin duda va a necesitar más que ayuda divina para conseguir la paz y la ansiada reconciliación.
Para atenuar los reclamos de los seguidores de Zelaya y para abrir nuevos caminos en pro de la unidad de Honduras, Lobo ha dicho que Zelaya puede irse o quedarse aunque ha aclarado que siempre va a respetar su dignidad de mandatario.
Es un secreto a voces, sin embargo, que las nuevas autoridades hondureñas quieren a Zelaya lejos del país para evitar que siga siendo un elemento de polarización entre la población.
En cuanto al hombre de la calle, la crisis dejada por el aislamiento internacional del país se refleja en sus hogares.
Juan Becerra, un obrero sin trabajo, reclama empleo. Margarita Miranda, vendedora en un centro de abastos, se queja de los altos precios que alejan a los compradores.
LO QUE ES LA VIDA
Este miércoles por la mañana Porfirio Lobo se convertirá en el nuevo presidente en ejercicio de Honduras. Será después de su toma de posesión en el Estadio Nacional de Tegucigalpa. Pocas horas después, por la tarde, Manuel Zelaya, el expresidente del sombrero tejano, dejará con más estruendo que silencio las instalaciones de la embajada de Brasil.
Será, según sus allegados, una salida digna, con la frente en alto, a la espera de la amnistía política que lo vuelva a entronizar en la política de su país.
Mientras tanto, tendrá tiempo para pensar, repasar los últimos acontecimientos y acaso escribir sus memorias desde República Dominicana.
Las proclamas de sus seguidores son intercaladas con el corrido "El jefe de jefes" del grupo mexicano "Los Tigres del Norte".
La radio repite una y otra vez la canción:
Soy el jefe de jefes, señores, me respetan a todos niveles y mi nombre y mi fotografía nunca van a mirar en papeles porque a mi el periodista me quiere y si no mi amistad se la pierde.
Los organizadores de la despedida de Zelaya, que el miércoles por la tarde parte a República Dominicana, han convocado a sus simpatizantes a marchar desde la Universidad Pedagógica rumbo al Aeropuerto Internacional.
En tanto, en los alrededores de la embajada del Brasil, donde el expresidente se encuentra refugiado, el gobierno saliente del presidente Roberto Micheletti ha militarizado aún más la zona a efecto de evitar sobresaltos de último momento.
Las calles que circundan la delegación diplomática aún muestran las pintas de protesta que sucedieron al golpe de Estado, después del 28 de junio del año pasado. Otros lemas han sido cubiertos con pintura, pero las heridas siguen abiertas en la población hondureña.
El propio presidente electo, Porfirio Lobo, así lo ha reconocido. "Yo sé que hay mucha polarización aún, algunos sectores se polarizan mucho, sólo les pido que se vayan a la palabra de Dios, que lean la Biblia para que aprendan a perdonar".
Lobo no ha vacilado en encomendarse ante la Virgen de Suyapa, patrona de los hondureños, pero sin duda va a necesitar más que ayuda divina para conseguir la paz y la ansiada reconciliación.
Para atenuar los reclamos de los seguidores de Zelaya y para abrir nuevos caminos en pro de la unidad de Honduras, Lobo ha dicho que Zelaya puede irse o quedarse aunque ha aclarado que siempre va a respetar su dignidad de mandatario.
Es un secreto a voces, sin embargo, que las nuevas autoridades hondureñas quieren a Zelaya lejos del país para evitar que siga siendo un elemento de polarización entre la población.
En cuanto al hombre de la calle, la crisis dejada por el aislamiento internacional del país se refleja en sus hogares.
Juan Becerra, un obrero sin trabajo, reclama empleo. Margarita Miranda, vendedora en un centro de abastos, se queja de los altos precios que alejan a los compradores.
LO QUE ES LA VIDA
Este miércoles por la mañana Porfirio Lobo se convertirá en el nuevo presidente en ejercicio de Honduras. Será después de su toma de posesión en el Estadio Nacional de Tegucigalpa. Pocas horas después, por la tarde, Manuel Zelaya, el expresidente del sombrero tejano, dejará con más estruendo que silencio las instalaciones de la embajada de Brasil.
Será, según sus allegados, una salida digna, con la frente en alto, a la espera de la amnistía política que lo vuelva a entronizar en la política de su país.
Mientras tanto, tendrá tiempo para pensar, repasar los últimos acontecimientos y acaso escribir sus memorias desde República Dominicana.
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