sábado, 25 de febrero de 2012

Descubrimiento de nueva víctima en tren argentino provoca disturbios

EL HERALDO 
El descubrimiento del cadáver de la víctima número 51, dos días después del accidente de tren con más muertos en décadas en Argentina, dejó devastada a la familia del hombre y provocó este viernes que los manifestantes que mantenían una vigilia en el lugar de los hechos lanzaran rocas y desataran hechos de violencia.

La Policía antidisturbios usó gas lacrimógeno y porras para despejar la estación y arrestó a varias personas. Al menos un Policía sangraba a causa de los manifestantes, y decenas de jóvenes lanzaron objetos a los autobuses y taxis que pasaban por el lugar.

Lucas Menghini Rey, el joven de 20 años que desde hace dos días permanecía desaparecido tras la caótica respuesta al choque de un tren en la estación Once de Buenos Aires, fue hallado muerto entre dos vagones de la formación.

La Policía halló sus restos en la unión entre el tercer y cuarto vagón, reportaron los estatales agencia Télam y canal 7. Se desconocen las razones por las cuales su cuerpo no había sido descubierto en las horas posteriores al accidente.

Menghini Rey era intensamente buscado por su familia y amigos desde el mismo miércoles del accidente, que también causó heridas a más de 700 personas. El joven no figuraba en la lista de víctimas ni entre la treintena de personas que siguen hospitalizadas.

Al conocerse la noticia, la hermana y el grupo de amigos del joven que se habían instalado desde el jueves en el vestíbulo central de la estación Once estallaron en llanto y se abrazaron. Decenas de personas que circulaban por allí reaccionaron indignadas y comenzaron a agredir verbalmente a los policías.

Menghini Rey, padre de una niña de tres años, había tomado el tren de la Línea Sarmiento el miércoles por la mañana en la estación San Antonio de Padua, un suburbio al oeste de esta capital, como lo hacía habitualmente para ir a su trabajo en una central telefónica, contó más temprano a The Associated Press Fernando Díaz, amigo del joven.

El caso del joven, apodado "Chimu", conmovió a los argentinos, todavía impactados por el trágico accidente e indignados por la inacción de las autoridades políticas frente a las deficiencias del sistema ferroviario.

"Que se vayan todos, que no quede ni uno solo", gritaron los usuarios de la Línea Sarmiento, algunos agitando la foto de Menghini Rey, tras conocerse el hallazgo de su cadáver.

El miércoles por la mañana el tren ingresó a la estación a 20 kilómetros por hora y no frenó, por razones que todavía se investigan. La mayoría de las víctimas estaban entre el primer y segundo vagón, que se incrustó casi seis metros en el que tenía delante. La formación tenía varias décadas de uso y una estructura que no estaba preparada para soportar la colisión.

El accidente, el tercero con víctimas mortales en un año, ha puesto nuevamente en primer plano la deficiencia del sistema ferroviario, privatizado en la década del noventa, que es utilizado por cientos de miles de personas a diario. La falta de controles del Estado también ha sido blanco de duras críticas.

"Somos frágiles como el cartón", escribieron los amigos de Menghini Rey en una de las pilas de cartones que colocaron en la estación, junto a las fotos del joven.

A principios del siglo XX Argentina tenía una de las redes ferroviarias más modernas del continente. Tras un deterioro de décadas, el sistema fue privatizado bajo el gobierno neoliberal de Carlos Menem (1989-1999), pero las promesas de un servicio más eficiente nunca se cumplieron.

La tragedia de la estación de Once, la tercera más grave de la historia, "es una consecuencia directa del incumplimiento de normas básicas" que fueron denunciadas por la Auditoría General de la Nación en un informe elaborado en 2008, declaró el jueves su titular Leandro Despouy.

El documento, al que tuvo acceso la AP, detalla entre otras deficiencias en las formaciones el faltante de manijas de freno de emergencia, freno de mano inoperante y cilindro de freno inoperativo. Fue presentado al Poder Ejecutivo y al Congreso, pero nada se hizo.

La concesión de la línea está a cargo de la empresa Trenes de Buenos Aires (TBA). Ejecutivos de la compañía están involucrados en una causa judicial por corrupción contra el ex secretario de Transportes, Ricardo Jaime.

"Acá hay culpas compartidas entre la empresa concesionaria y el gobierno que no controla", opinó Andrés Peralta, un estudiante de 28 años, quien firmó un petitorio presentado por un grupo de izquierda para que los trenes vuelvan a manos del Estado.

El gobierno anunció la víspera que no tomará ninguna decisión con TBA hasta tanto no se expida la justicia.

"Cuando ocurre una tragedia, los gobernantes no quieren pagar el costo y por eso no dan la cara", afirmó Peralta, en referencia a las fuertes críticas que ha provocado la decisión de la presidenta Cristina Fernández de llamarse a silencio y refugiarse en su residencia en la Patagonia.

Fernández tiene previsto recibir allí a su colega de Paraguay, Fernando Lugo, quien viajará primero a Buenos Aires para saludar a los familiares de la media decena de compatriotas que murieron en el accidente.

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