Sandusky, Michigan— Una avioneta Cessna aterrizó hacia la medianoche, dejó caer un cargamento de drogas y en 90 segundos había despegado de nuevo. De repente, un helicóptero de la Patrulla de Fronteras que sobrevolaba por ahí apuntó sus reflectores hacia el lugar y pilló una camioneta deportiva que cargaba bolsos con 80 kilos (175 libras) de mariguana y 400 mil pastillas tipo éxtasis.
El arresto no se produjo en la frontera del sudoeste del país, sino en una región rural de Michigan, en el norte, junto a una plantación de soja. El remoto aeropuerto de Sandusky tiene una pista muy buena que cualquiera puede usar cuando se le ocurra y que es ideal para que los traficantes de drogas reciban cargamentos procedentes de Canadá en operaciones que duran escasos minutos.
Al reforzarse la vigilancia de la frontera con México, resulta más difícil para los cárteles ingresar drogas a Estados Unidos por esa zona, pero el tráfico sigue como si nada en la porosa frontera norte, con Canadá, donde abundan las pistas de aterrizaje como ésta que pueden ser usadas por contrabandistas.
Detectar avionetas que vuelan bajo, con sus transponedores apagados, es “como tratar de encontrar una aguja en un pajar”, declaró John Beutlich, del Servicio de Protección de Fronteras y Aduanas, que supervisa las operaciones aéreas y marinas a lo largo de toda la frontera con Canadá, desde el estado de Washington, en el oeste, hasta el de Maine, en el este.
El personal de los diminutos aeropuertos se siente impotente. “Diablos, no sabíamos que teníamos tanto valor”, comentó Joe Allen, quien administra el aeropuerto de Sandusky, ubicado 145 kilómetros (90 millas) al noreste de Detroit.
Allen instaló un cerco para evitar que los autos sin autorización ingresen a la pista a recoger cargamentos, pero de noche no hay nadie en el aeropuerto. Los agentes de la Patrulla de Fronteras apenas si aportaron dos carteles en los que se ofrece un número telefónico gratis para que la gente llame si ve algo sospechoso.
La secretaria de Seguridad Nacional Janet Napolitano dice que Estados Unidos espera poder usar las señales de 22 radares canadienses para vigilar la frontera norte. Las autoridades dicen que Estados Unidos tiene una red nacional de radares que incluye los de la Administración Federal de la Aviación y los del Departamento de Defensa.
La Patrulla de Fronteras realiza vuelos rutinarios, pero algunos legisladores proponen el uso de radares militares y aparatos sin tripulantes capaces de detectar avionetas.
“Todo el mundo habla de las drogas que entran por el sur. No quiero restarle importancia a ese problema, pero a la frontera norte se la ha prestado muy poca atención últimamente”, declaró la representante republicana de Michigan Candice Miller, quien forma parte de la comisión de seguridad nacional de la cámara baja.
Una nueva ley requiere que el gobierno proponga en los próximos meses una estrategia para combatir el narcotráfico en la frontera norte.
Canadá es una fuente importante de mariguana y metanfetaminas tipo éxtasis de gran calidad. Más de 2 millones de dosis de éxtasis fueron confiscadas en la frontera norte en el 2009, comparado con las 312 mil del 2004, según la Administración de Lucha Contra las Drogas (conocida por sus siglas en inglés DEA).
La mayoría de los cargamentos llegan por tierra. Pero el vuelo del 2009 entre Ontario y Michigan permitió recabar información sobre las operaciones que emplean avionetas. Las autoridades no saben qué tan frecuentes son estos vuelos, pero consideran que la frontera norte es muy vulnerable.
Matthew Moody y su sobrino Jesse Rusenstrom, ambos de Amherstburg, Ontario, fueron los correos capturados esa noche en Sandusky. Su trabajo era ingresar al país a través de Detroit, recoger un cargamento de drogas y colocar a su vez en la avioneta 27 kilos (60 libras) de cocaína, valuada en 500 mil dólares, a ser llevada a Guelph, Ontario.
Fue uno de varios envíos. Rusenstrom dijo que fue a buscar cargamentos al menos diez veces a ese y otros aeropuertos de la zona –Marlette, Ray, Lapeer– así como a Greenville, en el oeste de Michigan, y a un aeropuerto de Pensilvania. El piloto activaba luces desde su cabina, lo que constituya una práctica normal en la aviación.
Durante el juicio de un cómplice, Robert D’Leone, Rusenstrom dijo que se tomaron en cuenta cientos de aeropuertos que estudiaron en Google Maps.
“Inspeccionábamos aeropuertos, viendo si había cercos o cámaras”, declaró el joven de 21 años.
D’Leone, quien vive en Toronto, se declaró culpable el 14 de abril. Rusenstrom y Moody cooperaron, se declararon culpables y fueron condenados hace poco al tiempo ya servido. Estados Unidos quiere extraditar a otros cuatro individuos de Ontario acusados de participar en la operación, incluido el piloto.
Algunos jurados se mostraron sorprendidos ante las revelaciones que surgieron en el juicio de D’Leone.
“Uno siempre escucha decir que Seguridad Nacional está pendiente de todo. Sorprende saber que los aeropuertos no son vigilados las 24 horas del día”, expresó Robert Simpson, de 47 años.
El aeropuerto de Sandusky invirtió 2 mil dólares en cámaras y espera instalar más.
“No nos tienen en el radar”, dijo Allen. “Puedan venir cuando quieran. Ni siquiera tienen que presentar un plan de vuelo”.
Beutlich, el funcionario de Protección de Fronteras y Aduanas, dijo que las patrullas aéreas “no pueden estar en todos lados”.
Acotó que los usuarios de los aeropuertos pequeños son generalmente las mejores fuentes para informar acerca de movimientos sospechosos.
El personal de los diminutos aeropuertos se siente impotente. “Diablos, no sabíamos que teníamos tanto valor”, comentó Joe Allen, quien administra el aeropuerto de Sandusky, ubicado 145 kilómetros (90 millas) al noreste de Detroit.
Allen instaló un cerco para evitar que los autos sin autorización ingresen a la pista a recoger cargamentos, pero de noche no hay nadie en el aeropuerto. Los agentes de la Patrulla de Fronteras apenas si aportaron dos carteles en los que se ofrece un número telefónico gratis para que la gente llame si ve algo sospechoso.
La secretaria de Seguridad Nacional Janet Napolitano dice que Estados Unidos espera poder usar las señales de 22 radares canadienses para vigilar la frontera norte. Las autoridades dicen que Estados Unidos tiene una red nacional de radares que incluye los de la Administración Federal de la Aviación y los del Departamento de Defensa.
La Patrulla de Fronteras realiza vuelos rutinarios, pero algunos legisladores proponen el uso de radares militares y aparatos sin tripulantes capaces de detectar avionetas.
“Todo el mundo habla de las drogas que entran por el sur. No quiero restarle importancia a ese problema, pero a la frontera norte se la ha prestado muy poca atención últimamente”, declaró la representante republicana de Michigan Candice Miller, quien forma parte de la comisión de seguridad nacional de la cámara baja.
Una nueva ley requiere que el gobierno proponga en los próximos meses una estrategia para combatir el narcotráfico en la frontera norte.
Canadá es una fuente importante de mariguana y metanfetaminas tipo éxtasis de gran calidad. Más de 2 millones de dosis de éxtasis fueron confiscadas en la frontera norte en el 2009, comparado con las 312 mil del 2004, según la Administración de Lucha Contra las Drogas (conocida por sus siglas en inglés DEA).
La mayoría de los cargamentos llegan por tierra. Pero el vuelo del 2009 entre Ontario y Michigan permitió recabar información sobre las operaciones que emplean avionetas. Las autoridades no saben qué tan frecuentes son estos vuelos, pero consideran que la frontera norte es muy vulnerable.
Matthew Moody y su sobrino Jesse Rusenstrom, ambos de Amherstburg, Ontario, fueron los correos capturados esa noche en Sandusky. Su trabajo era ingresar al país a través de Detroit, recoger un cargamento de drogas y colocar a su vez en la avioneta 27 kilos (60 libras) de cocaína, valuada en 500 mil dólares, a ser llevada a Guelph, Ontario.
Fue uno de varios envíos. Rusenstrom dijo que fue a buscar cargamentos al menos diez veces a ese y otros aeropuertos de la zona –Marlette, Ray, Lapeer– así como a Greenville, en el oeste de Michigan, y a un aeropuerto de Pensilvania. El piloto activaba luces desde su cabina, lo que constituya una práctica normal en la aviación.
Durante el juicio de un cómplice, Robert D’Leone, Rusenstrom dijo que se tomaron en cuenta cientos de aeropuertos que estudiaron en Google Maps. “Inspeccionábamos aeropuertos, viendo si había cercos o cámaras”, declaró el joven de 21 años.
D’Leone, quien vive en Toronto, se declaró culpable el 14 de abril. Rusenstrom y Moody cooperaron, se declararon culpables y fueron condenados hace poco al tiempo ya servido. Estados Unidos quiere extraditar a otros cuatro individuos de Ontario acusados de participar en la operación, incluido el piloto.
Algunos jurados se mostraron sorprendidos ante las revelaciones que surgieron en el juicio de D’Leone.
“Uno siempre escucha decir que Seguridad Nacional está pendiente de todo. Sorprende saber que los aeropuertos no son vigilados las 24 horas del día”, expresó Robert Simpson, de 47 años.
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