MADRID, España, nov. 16, 2009.- El testigo protegido, cuya delación permitió la detención en enero de 2008 de 11 presuntos miembros de una célula islamista que supuestamente planeaba atentar en el Metro de Barcelona (noreste de España), reiteró su declaración, en el juicio que se sigue contra ellos en la Audiencia Nacional española.
En su declaración, el testigo -identificado en el sumario como F1- explicó que llegó a España procedente de Francia el 15 de enero de 2008, con instrucciones de reunirse en una mezquita de Barcelona con Maroof Ahmed Mirza, para quien el fiscal pide 18 años de prisión al considerarle dirigente de la célula.
Según relató, su organización, que después identificó como "Al Qaeda", le envió a Barcelona para participar en los ataques planeados tras entrenarse en el manejo de armas y explosivos en campos de Pakistán y Afganistán.
En su declaración, que corrobora la versión recogida por el fiscal en su escrito, explicó que el plan consistía en que él y otro de los acusados, Imran Cheema, para el que se piden 16 años de cárcel, llevarían en el Metro artefactos explosivos que otra persona haría estallar desde el andén.
El testigo relató que la explosión iba a tener lugar el 19 de enero de 2008 y que los artefactos iban a fabricarse la noche del 18, en la que los acusados fueron detenidos cuando se encontraban en una mezquita donde solían reunirse los fines de semana.
Según explicó, este primer ataque iba a ser reivindicado por la organización Tehrik e Taliban Pakistana, en cuyas acciones se enmarca este ataque, que haría una serie de "demandas"; y que si estas peticiones no se atendían, un "segundo equipo" realizaría otros atentados en Alemania, Portugal, Francia y Reino Unido.
El testigo dijo que no supo que él iba a ser uno de los suicidas hasta que, ya en Barcelona, el también acusado Shaib Iqbal le dijo, tras permitirle hacer una llamada a su familia, que "ésa iba a ser la última vez que hablara con ellos".
En ese momento, decidió que "tenía que acabar con eso", por lo que fue al baño y avisó a un amigo suyo, policía en Francia, al que contó los planes que estaban en marcha.
El pasado jueves, tras el comienzo del juicio, familiares de los acusados dijeron a los periodistas que el testigo protegido era un infiltrado de Francia y que se trata de "un montaje" político en el que "los acusados son víctimas del gobierno paquistaní y español".
España fue objeto de un atentado terrorista múltiple cometido por yihadistas el 11 de marzo de 2004, en el que 191 personas murieron y 1.800 resultaron heridas al estallar 10 bombas colocadas en cuatro trenes de cercanías de Madrid.
Las condenas más abultadas dictadas en el juicio por esos ataques fueron para los marroquíes Jamal Zougam y Otman El Gnaoui.
Como hecho probado, el tribunal destacó que los autores materiales de la matanza y los cooperadores condenados eran "miembros de células o grupos terroristas de tipo yihadista", aunque sin hacer mención a un grupo terrorista concreto, sino a una célula terrorista de carácter "yihadista".
En su declaración, el testigo -identificado en el sumario como F1- explicó que llegó a España procedente de Francia el 15 de enero de 2008, con instrucciones de reunirse en una mezquita de Barcelona con Maroof Ahmed Mirza, para quien el fiscal pide 18 años de prisión al considerarle dirigente de la célula.
Según relató, su organización, que después identificó como "Al Qaeda", le envió a Barcelona para participar en los ataques planeados tras entrenarse en el manejo de armas y explosivos en campos de Pakistán y Afganistán.
En su declaración, que corrobora la versión recogida por el fiscal en su escrito, explicó que el plan consistía en que él y otro de los acusados, Imran Cheema, para el que se piden 16 años de cárcel, llevarían en el Metro artefactos explosivos que otra persona haría estallar desde el andén.
El testigo relató que la explosión iba a tener lugar el 19 de enero de 2008 y que los artefactos iban a fabricarse la noche del 18, en la que los acusados fueron detenidos cuando se encontraban en una mezquita donde solían reunirse los fines de semana.
Según explicó, este primer ataque iba a ser reivindicado por la organización Tehrik e Taliban Pakistana, en cuyas acciones se enmarca este ataque, que haría una serie de "demandas"; y que si estas peticiones no se atendían, un "segundo equipo" realizaría otros atentados en Alemania, Portugal, Francia y Reino Unido.
El testigo dijo que no supo que él iba a ser uno de los suicidas hasta que, ya en Barcelona, el también acusado Shaib Iqbal le dijo, tras permitirle hacer una llamada a su familia, que "ésa iba a ser la última vez que hablara con ellos".
En ese momento, decidió que "tenía que acabar con eso", por lo que fue al baño y avisó a un amigo suyo, policía en Francia, al que contó los planes que estaban en marcha.
El pasado jueves, tras el comienzo del juicio, familiares de los acusados dijeron a los periodistas que el testigo protegido era un infiltrado de Francia y que se trata de "un montaje" político en el que "los acusados son víctimas del gobierno paquistaní y español".
España fue objeto de un atentado terrorista múltiple cometido por yihadistas el 11 de marzo de 2004, en el que 191 personas murieron y 1.800 resultaron heridas al estallar 10 bombas colocadas en cuatro trenes de cercanías de Madrid.
Las condenas más abultadas dictadas en el juicio por esos ataques fueron para los marroquíes Jamal Zougam y Otman El Gnaoui.
Como hecho probado, el tribunal destacó que los autores materiales de la matanza y los cooperadores condenados eran "miembros de células o grupos terroristas de tipo yihadista", aunque sin hacer mención a un grupo terrorista concreto, sino a una célula terrorista de carácter "yihadista".
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