El presidente de Siria, Bashar al-Assad, culpó este miércoles de los disturbios en su país a los "enemigos que trabajan diariamente y científicamente para socavar la estabilidad de Siria", y los definió como "estúpidos por elegir como blanco" a la nación árabe.
"No podemos decir que todos los que salieron forman parte de la conspiración. Eso no sería correcto", expresó al-Assad.
En un discurso potencialmente histórico para la nación, también se refirió indirectamente a las manifestaciones antigobierno, dijo que representan "una prueba para nuestra unidad".
Los legisladores de la Asamblea del Pueblo aplaudieron cuando el presidente llegó a pronunciar su discurso, un día después de que el gabinete sirio renunció tras una inusual ola de disturbios en todo el país.
Reconoció que los sirios quieren la reforma y que el gobierno no ha cumplido con sus necesidades. Rechazó que sus asesores le impidan la aplicación de las reformas, y que son ellos mismos quienes lo presionan para implementarlas. La agencia estatal de
noticias SANA había anticipado que el discurso del presidente abordaría los asuntos internos y los últimos acontecimientos para "tranquilizar al pueblo sirio".
Este martes, decenas de miles de manifestantes progobierno salieron a las calles de Damasco, aunque los medios estatales la reportaron como una participación con mucha más afluencia.
"Millones de personas en Siria se reunieron en las plazas de las ciudades principales para expresar la lealtad a la patria y subrayar su unidad nacional", informó SANA. "Los sirios se reunieron este martes para destacar la importancia de mantener la seguridad y la estabilidad, y apoyar el programa de reforma masiva encabezada por el presidente Bashar al-Assad".
Las congregaciones de este martes se dieron luego de los violentos enfrentamientos entre manifestantes y las fuerzas de seguridad en las ciudades de Daraa y Latakia en los últimos días. Al menos 37 personas han muerto desde la semana pasada, según la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de las Naciones Unidas.
Siria es el último país de una serie de naciones de habla árabe acosada por el descontento sobre cuestiones de derechos económicos y humanos. La molestia del país se centra en Daraa, una ciudad empobrecida del sur de la región agrícola del país, donde las fuerzas de seguridad y los manifestantes antigobierno se han enfrentado esporádicamente durante casi dos semanas.
Muchos manifestantes en la concentración de apoyo al gobierno celebraban con imágenes del presidente. Otros agitaron banderas de Siria mientras que algunos se pintaron la cara y el pecho con los colores nacionales.
Las multitudes llenaron la plaza en frente del Banco Central y obstruyeron todos los caminos que conducen a él, de acuerdo con unas fotografías aéreas que se mostraron en la televisión estatal.
También hubo manifestaciones a favor del gobierno en las ciudades de Aleppo, Hama y Hasaka, según el reporte del medio estatal.
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