Virginia, EU.- Una vez al mes, poco después de la medianoche, los sonidos de los escáners del supermercado Walmart de la ruta interestatal 95 comienzan a sonar en un coro de desesperación financiera.
Aquí y en tiendas de alimentos de todo el país, las cajas registradoras empiezan una frenética actividad minutos después de que el dinero con que el gobierno asiste a las familias más pobres es depositado en sus cuentas.
Gente que ha estado racionando cosas básicas como la leche, la carne picada y el papel higiénico puede finalmente llenar sus estanterías de nuevo.
Empiezan a congregarse a eso de las 11 de la noche y dejan correr el tiempo, a la espera de que ingrese el dinero a sus cuentas. Apenas llegan las 12, van a pagar.
"Los chicos están durmiendo. Se hace lo que se puede. No hay dinero", comenta Martin Young, quien junto con su esposa se apresta a pagar por una cantidad de productos.
La pareja dice que necesita cupones alimenticios, que se depositan electrónicamente en tarjetas de débito, porque el sueldo del trabajo de Young como mesero en un restaurante no da para mantener a sus cinco hijos.
"Tratamos de venir entre las 10:30 y las 11 de la noche porque tenemos que comprar muchas cosas. Así, a las 12 ya estamos pagando en la caja, listos para irnos", dijo Young.
Las secuelas de la recesión siguen haciéndose sentir en Estados Unidos, donde a mucha gente le cuesta llegar a fin de mes.
Una de cada siete personas vive en la pobreza y más de 41 millones de habitantes reciben cupones alimenticios, comparados con los 35 millones del año pasado.
"Vivo un período de emergencia", expresó Melinda Patterson, de 36 años, quien se quedó sin trabajo al comienzo de la recesión. Llegó a la tienda 20 minutos antes de la medianoche, cuando iban a ser depositados los 435 dólares que recibe de asistencia para alimentar a sus seis hijos.
Esa misma noche Shavon Smith y sus cuatro niños cargaban un carrito de carne, frutas, pan, agua y cereales en un local del oeste de Chicago. Desde hacía varios días casi no tenían qué comer.
"Estamos cansados y hambrientos", dijo Smith, a quien le depositaban 600 dólares en asistencia a la medianoche.
"Al principio del mes hay de todo en la nevera y comemos mejor", expresó. El resto del mes hay que racionar la comida, agregó.
Las tiendas ya saben que en los días previos a los pagos del gobierno, generalmente el 1 y el 15 de cada mes, la actividad disminuye y que en cuanto se deposita ese dinero, hay un frenesí de compras.
Walmart, Kroger, Kmart y otras cadenas de tiendas reciben más leche y otros productos básicos al principio del mes. En los días previos a los pagos, cuando la gente ya no tiene dinero, tienden a exhibir paquetes más pequeños y baratos.
Walmart está trabajando con algunos abastecedores para que le entreguen productos en envases pequeños, que puedan vender por menos de un dólar, para evitar que la gente acuda a los negocios en los que todo se vende a 99 centavos.
"Eso es normal ahora", expresó Richard Hastings, especialista en hábitos del consumidor de la firma Global Hunter Securities, aludiendo a los negocios que ofrecen cantidades pequeñas de un artículo. "Y es algo que va a durar años".
Sin contar las pensiones del servicio de bienestar social conocido como Social Security, una de cada seis personas recibe alguna forma de asistencia del gobierno en Estados Unidos, incluidos cupones alimenticios, seguro médico y seguro de desempleo.
No es común que a esta altura de la etapa de recuperación haya tanta gente que dependa de estos beneficios, dijo David Rosenberg, economista de la firma de inversiones Gluskin Sheff.
La gente trata de hacer rendir ese dinero al máximo y compara precios.
Sandra Bennerson, jubilada de 66 años, dijo que era mejor comprar el jabón para ropa Tide en Costco porque ofrece 600 gramos más por el mismo precio que cobra Target.
"Cada centavo cuenta", expresó.
En Cincinnati, Patterson dice que aprendió a administrar el dinero y que espera que no tenga que comprar por mucho tiempo más a la medianoche.
"Se pone frío en el invierno", manifestó.
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