El sicariato comienza a apoderarse de las calles de Lima, donde generan temor en la población y se nota cada vez más la presencia de cárteles mexicanos
LIMA, Perú, noviembre 22, 2010.- Los sicarios, asesinos a sueldo, se han apoderado de la tranquilidad de muchas calles de Lima y el interior del país, y generan temor en la población que ve, con alarma, como la policía no logra capturar a ninguno de ellos.
El sicariato no es nuevo en Perú. Empezó a hacerse notar hace unos cinco años, protegidos y contratados por narcotraficantes mexicanos. Pero hoy ha crecido y sus dominios se extienden a casi todos los estratos de submundo del crimen.
Esta semana, un presunto hampón peruano fue asesinado por órdenes del cártel mexicano de Tijuana.
Los sicarios, armados con fusiles israelíes de combate, dispararon 19 veces sobre el vehículo en que se desplazaba Pedro Ráez, de 39 años, quien recibió cinco disparos cuando pasaba por el distrito limeño de Miraflores.
De acuerdo con informes policiales, Ráez y otros delincuentes se habrían quedado con el dinero que remitieron narcotraficantes mexicanos para el envío de dos toneladas de cocaína. Ese cargamento fue descubierto por la policía, pero los narcotraficantes no perdonan y de manera sucesiva fueron matando a sus cómplices locales. Primero fue asesinada Gloria Untiveros, que estaba a cargo de la casa donde se almacenaba la droga.
Luego murió Abraham Llanos, y Gino Tello, todos ellos vinculados a la mafia mexicana.
La policía peruana cree que los sicarios mataron a Pedro Ráez, más conocido como Marquito, porque a inicios de año, éste asesinó a un contacto del cártel mexicano. Los funerales de "Marquito" fueron pomposos. Sus familiares cerraron una calle de la populosa colonia de los Barrios Altos. Hasta allí llegaron sus amigos en lujosos carros con lunas polarizadas.
El asesinato de Ráez no hizo más que confirmar que los sicarios se han convertido hoy en el brazo armado de los capos de la droga. Es así que en los últimos tiempos, más de 20 personas, entre peruanos y extranjeros, han sido asesinados en Lima sin que se haya podido identificar a los autores, pero la policía presume que fueron ajustes de cuentas entre narcotraficantes.
Por otro lado, la policía local confirmó este martes que un peruano asesinado en México era narcotraficante. Se trata de Luis Alcázar Macedo, de 35 años, que fue hallado sin vida, amordazado y atado en un terreno baldío en la Ciudad de México.
Entanto, en Trujillo, 500 kilómetros al norte de Lima, dos sicarios asesinaron al cabecilla de una banda de extorsionadores. El delincuente José Rarcía cobraba "derecho de piso" a transportistas y dueños de tiendas. Los sicarios no dudaron en disparar también a la esposa y uno de los hijos del criminal.
El Callao, barrio porteño de Lima, es uno de los lugares donde abundan los sicarios, la mayoría de ellos jóvenes, adictos a las drogas y el dinero fácil, que no dudan en matar por encargo por tarifas que van desde los 50 dólares. La vida, en estos predios del crimen, vale poco, muy poco.
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