Aproximadamente 80 personas, víctimas de abuso sexual por parte de sacerdotes católicos, se concentraron a unos metros del Vaticano para exigir a la Iglesia realizar más esfuerzos para proteger a niños de los abusos y castigar a los culpables
CIUDAD DEL VATICANO, oct. 31, 2010.- Un grupo de víctimas de abusos sexuales de parte de sacerdotes católicos se manifestó a unos metros del Vaticano para exigir a la Iglesia justicia, fin a las 'falsas excusas' y a la 'cultura del silencio'.
Unas ochenta personas provenientes de diversas partes del mundo, sobre todo de Estados Unidos e Italia, participaron en la marcha titulada 'Día de la reforma', durante la cual pidieron que la Organización de Naciones Unidas declare a la pederastia como delito de lesa humanidad.
El encuentro tuvo lugar en la plaza ubicada junto al Castel SantAngelo, a 500 metros de la Plaza de San Pedro y fue convocado por la asociación estadunidense 'Survivor Voice', fundada por las víctimas Bernie McDaid de 54 años y Gary Bergeron de 47.
A la concentración se sumó un grupo de sordomudos provenientes de Verona, al norte de Italia, muchos de los cuales aseguran haber sido víctimas de sacerdotes en un instituto católico Antonio Provolo.
'Estamos aquí en un encuentro de amistad, esperanza, justicia y determinación. Estamos aquí hoy para recordar al mundo que quienes nos atacaron a nosotros no deben atacar a otro niño nunca jamás', dijo Bergeron al dirigirse a los presentes en inglés.
'Estamos aquí agregó- como una advertencia a las instituciones y a la sociedad: no pierdan el camino. Estamos aquí para decir al mundo que nos sigan en el decir basta'.
De hecho los organizadores repartieron camisetas blancas con la palabra estampada en color negro: 'íBasta!' en inglés, italiano y alemán. También empuñaron pancartas con frases como 'Iglesia sin abusos' o 'abajo las manos de los niños'.
Durante la velada, que atrajo una numerosa presencia de periodistas de diversas partes del mundo quienes llegaron incluso a equilibrar el número de los manifestantes en un momento, tomó la palabra también Bernie McDaid.
Recordó un encuentro privado que sostuvo en 2008 con Benedicto XVI en Washington (Estados Unidos) durante el cual el Papa le pidió disculpas y él le respondió que tenía un cáncer en la Iglesia, una cosa que debía cambiar.
'Los abusos sexuales a menores son un problema mundial, no sólo en la Iglesia católica y es tiempo que la sociedad conozca esta realidad horrible', dijo.
'Ninguna institución de ninguna parte ûañadió- ha tenido una responsabilidad global en la cobertura de los abusos. Esta no es la Iglesia en la cual crecí y en la cual creí. Esta Iglesia perdió el rumbo'.
Insistió en que los sobrevivientes de los abusos no han hecho nada malo, que en realidad son las víctimas inocentes de estos terribles crímenes y por ello les pidió declararse como inocentes para nunca más cargar con culpa.
'Nunca más institución alguna nos cubrirá. Somos parte de la historia esta noche. Cuando los niños no pueden rezar e ir a la escuela y sentirse seguros, es tiempo de cambiar', estableció.
Originalmente los manifestantes tenían planeado marchar empuñando candelas desde Castel SantAngelo hasta la Plaza de San Pedro por la Via de la Conciliazione, una gran avenida que une ambos lugares, pero la policía no les concedió el permiso para hacerlo.
De todas maneras prendieron sus velas mientras dos representantes, Gary Bergeron y Paula Leerschool, se dirigieron hasta la plaza del Vaticano acompañados por decenas de periodistas.
Una vez en el Estado Pontificio fueron escoltados hasta la oficina de la Comandancia de la Policía italiana en San Pedro, justo debajo del Colonato de Bernini, donde unos oficiales les pidieron sus pasaportes y los entretuvieron durante 15 minutos.
Al salir Bergeron dijo a los periodistas que había dejado a los uniformados unas 75 cartas de víctimas de abusos sexuales de parte del clero las cuales estaban dirigidas al Papa.
Tras la manifestación los dos fundadores de Suvivor Voice, Bernie McDaid y Gary Bergeron, fueron recibidos por el director de la Sala de Prensa de la Sede Apostólica, Federico Lombardi, quien había expresado el deseo de transmitirles su solidaridad.
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